viernes, 17 de octubre de 2008

See you around

Domingo, 5 de Octubre, año 2008



Sé que te debo una disculpa.
Tal vez, incluso, te deba más que eso.

Ya sabes cómo soy, me conoces desde tiempos inescrutables que se perdieron en algún lugar del cosmos. Sabes que detesto tomar decisiones, porque ahí es cuando me vuelvo intrínsecamente yo y revelo así entonces lo que me hace parte del universo; mi realidad, yo verdadera.
Hoy decido entonces lo que debe ser, y dejo partir lo que quiero que sea…de mí, sólo lo que ves… ¿recuerdas?
No todo es fortuito; a veces, “ellas” confabulan para que los designios perpetuos se manifiesten a la perfección. Es por eso, por “ellas” que te recordé tanto después de haberte oído más de mil veces. De este modo, y por este motivo, inicio mi primera ofrenda de disculpas…creo que entiendes que los velos,”ellas”, y la memoria también por cierto, son caprichosos.
No eres rencoroso, y eso es extraño…me parece que minimicé tu capacidad de control. Has elaborado un acontecimiento histórico en la línea shamánica masculina de Tres. Eres íntegro, fidedigno, amable y consecuente…eres una buena persona. Creo que esto responde la pregunta que me hiciste hace algunos días atrás. Aquí te ofrezco una segunda disculpa… disculpa por haber subestimado tu esencia de criatura de Tres…una esencia que creí obsoleta.
Cómo no adivinarlo siquiera; cómo no advertir vuestras ausencias elementales y compararlas con mis suficiencias inherentes. Y claro está, cómo ignorar una empatía que jamás antes había evidenciado tan…tan enérgicamente. Y aquellas vidas, miles y tantas más…y otras tantas que vendrán. Estamos condenados por una fraternidad benigna y maligna…no, contigo ya no es una condena. Entonces, mi tercera y última disculpa, la más oportuna y sincera, humilde y sin retoque…disculpa por no haberme disculpado antes.
Conforme ha pasado la venda y el recuerdo se hizo casi tangible, así, rápido y casi imperceptible hasta ahora, te has convertido en mi soporte primordial y favorito en esta impredecible travesía de Tres. Has apaciguado mi enojo mas no mi vestido de rojo. Te hiciste presente en las caídas más perpetuas y pusiste tus propias manos ante el Fuego del Draco sólo para salvar las mías. Encaminaste cientos de veces a mis demonios inverosímiles hacia el olvido y comprendiste, en silencio reverencial, mis tratos con el espectro ceniza.
Qué más puedo decir…sólo que el destino es un perverso travieso, porque aún cuando juré en nombre de Ann nunca escribirle un trazo enjuto a un reflejo del Diablo, siempre hay una excepción a la regla…quizás sólo por eso, ya no exista regla.
Eres único entre vetustos animales-machos de Tres; que vuestra insólita esencia permanezca entera, para siempre.


See you ‘round.



Anna Pastora