domingo, 13 de enero de 2008

Preludio

Corrían los días y el preludio de guerra,
con una mujer, maduraba dos filos,
dos hoja de cobre en sus puños de tierra,
custodian la ciénaga en vivos sigilos.
De vívida sangre el cabello de dama,
la noche revive en su oscura su pupila,
¡Gloriosa amazona de lúgubre fama!,
hoy bebe su llanto, susurra y cavila.
Los cálidos soles, sangrienta alborada,
besaba las dunas de cal serpentina,
Arpías arenas de miel decoradas,
secretas guardianas de sal cantarina.
Extiende los brazos, inhala profundo…
Sus piernas besaron la losa caliente,
y sin detener más el peso del mundo,
inunda su rostro una angustia silente.
“¿Escondéis la humedad en vuestros ojos llorosos?
¡Ay hembra altanera, maldita de suerte!
Ocultais vuestra vil llamarada y despojo.
¿ y ahora dejáis que os lleve la muerte?”
Una voz corrompida en el paso del tiempo,
masculino de timbre y de cetro rubí,
sembró de traiciones el lívido campo
convirtiendo en caliza a la mujer carmesí.
Pero moira cortó los hilillos de parca,
y ‘cabellos de fuego’ , en letargo de tul,
despide por siempre su estigia comarca…
y vuelve a los pasos de Niña Ghoul.



Marcela Paz, Octubre de 2003.

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