miércoles, 16 de enero de 2008

Sister of Night


Jueves, 17 de enero, 2008.


Hace un mes atrás…


-La Plaza Miraflores. Es un lugar bonito, relativamente limpio, agradable, en definitiva. La calle de tránsito más común se llama Los Plátanos, imagino que debe su nombre a las enormes columnas de madera blanquecina, voluminosas y añejas, llenas de semillas y pelusilla fatal en primavera. Quise caminar por ahí, como nunca; sola. Estaba atardeciendo, pero era un día cálido, supongo que por eso me vestí de manga corta.
-Cuando atravesé la calle para evitar el sol, una chica jovencita, no más de 18 años se me acercó y me preguntó si quería compañía, le respondí que debía llegar a la casa de la esquina, pero no había problema si quería caminar conmigo. Ella asintió y me dijo que no era bueno que caminara sola y que el trayecto que yo seguí le servía también. Comenzamos a caminar juntas, sin hablar. Cuando llegué a la casa ella se despidió de mí con una sonrisa muy tierna, luego se fue.
-Me detuve justo al frente de esa casa, un hermoso palacete estilo colonial, con porche de madera caoba y jardines muy bien cuidados. El altillo era maravilloso, quise enérgicamente entrar y así lo hice. En el saloncito había un hombre muy adulto, me dijo que pasara no más, que siguiera el pasillo hasta llegar al salón, ahí vería la escalera, ella estaba arriba, esperándome. Cuando llegué al gran salón, noté que estaban remodelándolo.
-La escalera era preciosa, madera rojiza con alfombra tachonada en el centro, muy elegante. Subí hasta llegar a un cuarto cuyo interior estaba decorado con tonos muy suaves, tal vez verde pastel, no lo recuerdo. El diseño de la alcoba era muy infantil, había dibujos en las paredes y colgantes de colores hechos de esferas de papel. En el centro estaba la litera con tules blancos en los costados. Una mujer joven, casi una niña, estaba recostada en ella. Era muy hermosa, tenía el cabello largo y ondulado en las puntas y su color parecía brillar como la miel. Sus ojos eran grandes y pardos, con numerosas pestañas espigadas y encrespadas. Cejas delgadas y muy dibujadas, su sonrisa era enternecedora. Vestía una especie de mameluco blanco con blonditas de encaje. Tenía la cara demacrada pero jamás dejó de lucir encantadora. Sospeché que estaba enferma, lo cual me provocó una sensación de temor.
-“Buenas tardes. Imagino que sabes que estoy esperándote desde hace bastante rato, ¿por qué me has hecho esperar tanto?”, sonrió la chiquilla y su voz hizo que sintiera ganas de llorar.
-“Lo siento, no quise hacerlo. Perdóname si demoré”, respondí tratando de conciliar una sonrisa, pero la tristeza es difícil de ocultar.
-“¿Qué te sucede?...A ver, ven, siéntate a mi lado y cuéntamelo todo” dijo la joven, interviniendo el costado de su cama con una palmadita.
-“No te preocupes, aquí estoy bien”, le respondí, sentándome en un sitial que se encontraba justo a los pies de su cama.
-“Anda”, agregó ella frunciendo un poco el ceño, algo preocupada. “cuéntame lo que te pasa”.
-“Es que…son muchas cosas, siento que voy a estallar, no sé por dónde empezar” le dije sin mirarla, casi sollozando. Sentía que no podría controlarme más tiempo y por lo mismo no podía mirarla a los ojos, no quería hacerlo.
-Las lágrimas brotaron con voluntad propia, no pude contenerme. Cerré los ojos y empuñé mis manos tratando de comprender la brutal injusticia de aquella escena tan bizarra. Cuando sentí que ella trataba de incorporarse para salir de la cama levanté la mirada y la vi por última vez; era ella, la misma de siempre, con aquella inigualable sonrisa abrumadora, portadoras de imágenes tanto nefastas como benditas; ella, la que escrutaba mis plegarias silenciosas en el Desierto de la Muerte, mientras yo, la “extraña”, esperaba la visita del ‘Guardián de Luna’. ¡No es justo!, nunca lo es. La más incondicional de todas, la que no recibió la Sangre de Tres porque yo alcancé la corona primero. Tal vez, de algún modo, eso fue lo mejor que he hecho por ella.
-Salí de allí, corrí hasta el cansancio sin mirar atrás. Bajé las escalera… ¿bajé?, ¡bah! ¡Volé hacia la puerta! Traté de no hacerlo frente a ella pero el dominio de la “Anaconda” es inevitable.
-Cuando llegué a la vereda y los Plátanos Orientales comenzaron a resplandecer de canela, me detuve, justo en la plaza. Lloré amarga, tan amarga como “ella”; nada de lagrimitas insulsas e incipientes. Lloré con estragos y gritos de guerra. Invoqué a la desgraciada y le dije que no era justo, que no podía hacerme esto de nuevo, “¡Ella es mi hermana, maldita!, debes protegerla, no puedes dejarla morir”, “¡Hasta cuando, Agria!, hasta cuando tengo que soportar esto"


-“Hasta cuando, hasta cuando, hasta cuando”.


- Abrí los ojos y estaba en mi cama, sola. No había nadie en el departamento. Me senté y puse mis manos en el pecho. Mi cara estaba húmeda, la angustia era mortal.

-Busqué el teléfono para llamar a casa: “Hola mamá, qué tal…y la Dani, ¿Está trabajando? ¿Está todo bien?...ok, ok…si sé que la puedo llamar al celular, no es nada importante, la llamaré luego”.



Marcela Paz, diciembre, 2007.

1 comentario:

Nephiros dijo...

Relataste tu sueño de una forma muy hermosa n_n yo soy muy simplón y práctico para hacerlo. Ojalá luego pueda ser tan bueno...

El sueño... pues... es terrible u_u espero que todo esté bien... cuídate mucho en tu viaje.

Nos vemos pronto, espero.