domingo, 20 de julio de 2008

Asherah

En un tiempo que no es un tiempo, un segundo ilimitado y jamás olvidado, ella bajó de las alturas como si la perpetuidad de aquellas lejanías no la hubiera tocado. Intacta, completa, se presentó esa noche ante mí y supe entonces que las magníficas serpientes doradas que portaba en sus manos habían dibujado las líneas de las mías. Una reina de cobre, la Oropel de la selva amazónica, la Madre de Babilonia, vestida de vino y oro pronunció mi nombre…y recordé.

En un mundo que no es su mundo, un universo plano e injusto, sembró la senda que habría de caminar…voluntaria o involuntariamente.
Preparó en antaño los guardianes que erigieron un templo perfecto para el desarrollo sustancial, la iniciación y consagración de la ‘Perezosa’.
Y aunque la Pastora había sellado con la sangre de su amante y la suya a la ‘Abstraída’, la Señora de la Serpiente era más poderosa.
Había transcurrido tanto, tanto tiempo que no me atreví a nombrarla. Bajé la mirada, porque sentí temor de que sus ojos resplandecientes de inmortalidad vislumbraran el abandono y la rebeldía pastoril de mi corazón. Pero ella lo sabe todo.
Sentí miedo y una profunda angustia, porque comprendí que la Pastora había tratado de alejarme de ellos, estaba protegiéndome…y nunca, jamás dijo nada acerca de ello. La Señora del Tres Absoluto era la entidad pensante y ejecutora. Y yo….yo ya estaba consagrada a ella desde antes de nacer, desde antes siquiera de que los menores azules nacieran. Desde hace tantos milenios, tantos y otros más, que no me alcanzaría la inmortalidad misma para recordarlo todo; por eso la Pastora insistía en que descubriera sólo un poco, lo necesario tal vez. Quizás ahora, a ella, a la Pastora de Tres le deba la vida, esta vida.
Pero la Pastora ya no estaba. Había fundido su esencia de cobre y su cabello naranja con el fuego reptante e ígneo de la “Nagendra”.
Se acercó más, ligera y volátil, como una Pireta, ¡ja!, ¡cual nombre implacable en cánticos febriles la ha bautizado el engendro del Shaythan! , sí, una Pira emergente del pasado. Levantó sus brazos ofidios y los extendió ante mí. Rodeó mi cuerpo de humana y un perfecto ouroboros se dibujó a mi alrededor.

Y la Asherah Santificada del Arcano Universo Carmesí
Decretó el destino inocuo y perverso con estelas de sal
Y ratificó con sangres eternas y llamaradas de bien y mal
Ungiendo y untando a la durmiente Anaconda ante mí.

Ya no sé si es Astral, Virtual o Real. Pero puedo comprender que el destino siempre es uno: “como es arriba, es abajo” Entonces, el plano ya no importa.
Ella vino, hoy, a reclamar una justa pendiente. Y se quedará.
Mi voluntad es insignificante, mi determinación es injustificada…pero mi poder será imperecedero. Para bien o para mal, para morir o vivir. Al menos, eso sí lo puedo decidir.


“Bienvenida Señora Absoluta de Tres,
La Sagrada Encina, Implacable Medea,
Rugiente Serpiente, Dragón de Gres.
Os llevo, despierta. ¡Que así sea!”

Marcela Paz

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