domingo, 3 de agosto de 2008

Las Imágenes


No lo reconocí inmediatamente. Estaba distinto, su aura era más densa y el color de su cabello se había oscurecido bastante. No pude ver el color de sus ojos ¡y en verdad, me moría por hacerlo!, pero es que estaba todo tan oscuro….además, él estaba de espaldas hacia mí, frente a una cortina gruesa de tafetán que tenía correderas doradas y anchas, como los atavíos de muelle de un buque cualquiera. Quise acercarme, pero algo me detuvo…era su actitud, actuaba de una manera tan intrigante y sigilosa como si estuviera espiando… ¿espiando?, ¡pero claro!...claro que estaba espiando, él no debía estar allí. ¿Cómo entró?...porque, bueno, ¡hay que decir las cosas como son!, si este señor azulín logró penetrar en la fortaleza del Gran Salón, pues…es preocupante el asunto. En fin, la verdad es que eso no me importa ahora, quiero saber qué espera, qué quiere… si él sabe perfectamente lo que va a suceder. Abrió un poco más la cortina, tratando de amplificar su campo visual. Sus ojos están clavados en ella, no hay que ser muy astuto para intuirlo. El puño derecho, con el cual afirmaba el trozo de cortina, se irguió un poco. Pude ver sus nudillos compungidos y asfixiados. De pronto susurró, metálico y frío, sin dejar de mirarla: “No dudéis mujer, no dudéis” Retrocedí impactada…esa voz, es decir la voces son duales, ¡¡es una fusión dual!! ¡Uh!, pero… ¿cómo es posible?...ellos se odian a muerte, no entiendo, ¡no entiendo nada! Cuando pasó, ¡cómo pasó! , ¿Anja lo sabe? o peor aún, ¿Anjú lo sabe?
Justo cuando todas las preguntas del universo pasaban por mi mente desquiciada, el hombre giró levemente hacia la izquierda y pude verlo entonces, su perfil de niño-hombre, un elfo domado, elaboraba las muecas de la ira y la angustia. Sus ojos eran los de siempre, la frente más amplia y la nariz respingada. Extrañé las cejas arqueadas, la nariz recta y la expresión de alegría enfermiza de los ojos de Lianzar; en cambio, encontré un hombre cansado, molesto…y con pintura granata de guerra en el rostro. Era diferente, sí…muy diferente de Lian, pero seguía siendo hermoso.
En ese momento, el hombre-niño bajó el puño, ordenó la cortina, retrocedió un paso y bajó la mirada. Exhaló, como alivianando una carga pesada, entonces pronunció: “…hasta el fin de los tiempos…en donde quiera que esté”
Luego reubicó el capuz de la capa negra, volteó y caminó hacia la oscuridad, justo en donde estaba yo de pie. Y desapareció.
Ahí me quedé, a solas, en plena oscuridad; con un sinfín de preguntas sin respuestas…llorosa, rabiosa…inconsolable.

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-“Parecéis molesto, no os había visto así desde…” dijo Amalh, rezongona y descuidada, como hablándole a un niño pequeño, pero Lothar la interrumpió, educado y abrupto, como honrando a su martillo implacable.
-“No estoy molesto, mujer…estoy concentrado, hay un detalle que no hemos discutido…el Cuerno Ígneo se reactivará pronto, y ellas no aparecen…luego vendrá la Audiencia Real y si nuevamente no vienen, no habrá más que hacer” dijo firmemente, posando una mano en la barbilla y fijando sus ojos de sol en un punto inerte, hacia adelante.
-“Decidme, ¿estáis realmente preocupado por ellas o estáis preocupado en vuestro puesto militar como comandante de la escuadra imperial?, porque si ellas aparecen, ya no serás “el favorito” murmuró ella, tan inocentemente descarada.
-“Jajajajaja…habláis de mi como si no me conocieras, querida “tía”…esta vetusta escuadra imperial durará poco, tal vez incluso este nuevo imperio dure poco…lo único que perdura siempre es la majestuosidad de aquel sabio que actúa debidamente, en el momento adecuado. Yo espero, no es mi tiempo aún, no todavía. Por lo tanto eso contesta vuestra pregunta…me preocupa ella, sabéis que a pesar de todo les tengo mucho aprecio” dijo el joven hombre, tranquilo y desligado de todo protocolo, y una sonrisa efervescente le dirigió a la espigada dama de rojo.
-“Pues, mejor haceos a la idea del abandono…presiento que ellas no volverán. Tan lastimada está esa inocencia y tan corrupta aquella esencia inmortal, necesitará eones para redimirse…y otros tantos más para que ellas las perdonen” dijo Amalh, como si la gravedad del asunto no la conmoviera.
-“En eso concuerdo con vos…el semblante de la ‘señora’ nunca volvió a ser el mismo…y qué decir de las brujas escoltas, están tan furiosas que, siendo cuerdo, quizás es mejor que no aparezcan”, contestó Lothar, encogiéndose de hombros y cerrando los ojos para evidenciar una mueca de espanto con los labios.
-“Hoy habrá eclipse de sol en la pequeña Gaia…id a ungir los símbolos del Grimorio Nephalem, tal vez una plegaria pagana les manifieste un buen camino…sobre todo a ella, donde quiera que esté”
Lothar asintió, silente; hizo una reverencia felina, como suele hacerlo habitualmente, y siguió el camino de adoquines que lo devolvía de la pérgola hacia el palacio.
Amalh se quedó en la pérgola, mirando hacia las infinitas galaxias púrpuras y doradas de un cielo rojo y salvaje…asiendo el relicario de Cinco, anhelando talvez, un milagro inesperado.

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-“Bueno, bueno…después de todo, tuviste vuestro tiempo de gloria, y fue bastante adelantado. Considerad, querida, que si fuera por orden natural, habríais esperado eternamente” dijo Kaina, burlándose, descarada, de su hermana menor, mientras bebía la pócima verde, costumbre aprendida de aquél que ahora desprecia tanto.
-“Vuestro semblante no brillará, fastidioso, en unos momentos más…porque, ¡oh! ¿Es que ya lo habéis olvidado?....no, claro que no, cómo podríais olvidar semejante acontecimiento…el Leviatán de las profundidades estará en el Gran Salón… ¿estáis preparada, querida?, respondió Katrina, aparentemente más enfadada que Kaina.
-“¿Que si estoy preparada? ¡jajajajaja! Ese idiota no es más que eso, un idiota” espetó la Morrigu, tan despreocupada y fresca como siempre.
Estaban casi todas, en la misma habitación habitual, una sala de estar enorme, tapizada con brocado y con unos muebles extraños y delicadísimos. Todo estaba ordenado y en su lugar. Y los vestidos, ¡ah! Los vestidos de aquellas mujeres, exquisitamente delineados, como si ellos hubieran elegido a cada una de sus dueñas.
De pronto, una centella dorada e impertinente se plantó en medio de la discusión, y una mujer alta y espigada, robusta mas no corpulenta, con su castaño cabello revuelto, se materializó al instante.
-“No es posible, ya estáis pediendo tiempo y energía en discusiones vanas y estúpidas” dijo la recién llegada, aparentemente molesta.
-“Pues, ella inició todo” masculló Katrina, señalando a Kaina; pero tanta gracia causó a Kaina semejante gesto infantil, que no pudo evitar una carcajada.
-“¡Es suficiente!...he venido para iniciar la llamada de K, iremos unidas todas a presenciar la resolución… ¡vamos!”, gritó la señora venida, hizo un gesto de molestia y salió de la habitación junto con las demás….Kaina demoró unos segundos, tomó su copa y bebió hasta el final.
-“¡Qué fastidio…tener que verlos a todos, uno por uno…sobretodo a ese engendro de Seis…qué detestable…siempre lo mismo, es un castigo…en donde quiera que esté, siempre es lo mismo” , frunció el seño y dejó la copa sobre el contenedor de mármol caoba…y abandonó, erguida y digna, la sala de estar.

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-“No sé que deciros…en realidad si sé, pero creo que no os gustará. Mejor ven conmigo, las demás están en la otra habitación; están esperándonos. Y cambiad ese vestido, no hace juego con tu cabello, el cual perdió su brillo esta mañana…no querrás que ‘ellos’ perciban vuestro enojo e intolerancia…no puedes permitiros eso. Él jamás debe evidenciar vuestra falta de fe…podrían usarlo en vuestra contra…y ya dejad en paz ese espejo, sabéis lo que pienso de ellos”, espetó la ruda amazona pelirroja. Estaba sentada en el sitial pequeño, con las piernas en alto y cruzadas, abandonándolas sobre un canapé de fieltro. Tenía los brazos con los codos erguidos y las manos entrelazadas detrás de la nuca. Parecía algo aburrida y definitivamente hastiada del comportamiento de Anja, quién no dejaba de mirar en el espejo de fuego, como buscando un objeto perdido. De pronto, Sonja se puso de pie, respiró profundo y masculló “Vamos Anja, ¡andando!....ya es hora”
Anja no volteó, abrió sus negros ojos y una mano de alabastro se posó sobre el espejo…no logré ver el rostro del visitante, pero no era necesario, supe desde antes quién era. Ella dijo algo, el visitante respondió…y la delicada mano de bruja anjana se posicionó al mismo nivel de aquella del otro lado. Todo en silencio…recordé entonces el último extracto de la frase: “…donde quiera que estéis”
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-“…donde quiera que estés” dije en voz alta, y no me había dado cuenta de eso hasta que el interruptor del hervidor sonó, chocante…y logré salir de aquel estado de sopor. Me detuve a pensar unos minutos, traté de retener lo más posible la imagen de esas mujeres, el discurso de Sonja, las emociones de Anja…y el remolino otra vez. Siento tantas cosas pero puedo definirlas. ¡Por la cresta!...y esto recién es el comienzo…sólo son las 08:11 de la mañana.

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Marcela Pastora

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